miércoles, 17 de junio de 2020

GIRO 33 EL COVID EN MÉXICO



Nos alcanzó el “que tanto es tantito”, el “a la viva México”, el “al ahí se va”, el “peor es nada”, el “tú éntrale y ya después vemos”, el “pero me entendiste, ¿no?” y todas nuestras frases posibles para no hacer cabalmente algo. Nos jactamos de nuestros remiendos, de nuestros aparentes ahorros, del ingenio del mexicano que con un cablecito, una corcholata o cualquier artilugio que iba para la basura mantiene encendida la luz, tapa una gotera o echa a andar un aparato. “Es que somos bien chingones”, “¡Viva México, cabrones!”.
España, para no ir más lejos, cerró escuelas y centros de trabajo. Desde el 14 de marzo inició el estado de alarma y todos obligatoriamente a quedarse en casa: todos confinados. Al que se sorprendía andando por la calle sin justificación alguna, y era muy fácil verlo, le caía una multa de mínimo 600 euros. Los trabajadores entraron en un programa implementado por el gobierno para no ser despedidos y recibir casi todo su salario. Surgió el teletrabajo y los aplausos a los médicos cada tarde. Había gente que no podía dejar de ir a trabajar presencialmente, para ellos se mantuvo, e incluso se duplico, el transporte a las horas pico. La sanidad pública mostró su fortaleza y se mantuvo en pie.
En el confinamiento, en el verdadero confinamiento, se sufrió. Un buen porcentaje de familias lo hizo en apartamentos de menos de 60 metros cuadrados y todos los niños no pisaron la calle sino después de 49 días, cuando el gobierno permitió que salieran en fases horarias.
Luego de más dos meses bajaron los contagiados y los muertos y empezó el desconfinamiento.
En México no es posible hacer un confinamiento obligatorio. Los invito a imaginarse a la policía mexicana actuando frente al incumplido. Lo siento, no hace falta imaginarnos nada después de lo de Jalisco. No existe la infraestructura para obligar, y al mismo tiempo poder ayudar, a la gente a quedarse en su casa. Nos alcanzó el sistema, no solo el político, sino también nuestro sistema personal, el que justifica nuestro terminar a medias o mal hechas las cosas por los siglos de los siglos.
La curva bajó en España porque se pudo mantener a toda la gente en su casa sin importar si creía o no en el coronavirus. En España se pudo asistir económicamente a los que no podían ir a trabajar. En España pudo ser la atención médica la prioridad del gobierno. En México… ah, en México… aplaudo sinceramente a los mexicanos que pese a todos los inconvenientes han hecho la cuarentena y me uno a su sufrimiento y esfuerzo de seguir haciéndola en las semanas que faltan, porque, mientras la gente transite en las calles y en los supermercados como si nada pasara, seguirá en México la epidemia del Covid-19. Y me compadezco sinceramente de los que no la han hecho por el aluvión de desaciertos que nos han llevado a ser ignorantes y además jactarnos de ello. Pero es que “como México no hay dos”.