No la noche, no; la mañana –en la
noche la embriaguez, el dolor de muelas, el frenesí ridículo; en la
mañana la verdad a plomo, el filo del rebelde, los nervios de la
ausencia, el sonsacado escalofrío–, sí, toda la mañana, así,
abrazados.
miércoles, 14 de noviembre de 2012
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