Me arrepiento de haberme
juzgado viejo en aquellas fotos remotas, cuando más bien lucía
hermoso, fuerte y decidido. Ahora, al cabo del tiempo, lo sé. Pero,
de todos modos, vuelvo a juzgarme malamente en mis fotos actuales.
Me espanta el futuro consolador que convertirá rozagante,
sabio y vigoroso a este pasado en el que vivo.
Mi gran deseo sería
poder decir “qué jodido estaba”, “mira qué mal me veía”,
“estaba gordo”, “qué viejo”. Pero eso sería hacer del
desenlace el principio, irse alejando de la tumba conforme pasan las
noches o hacer del presente una profecía que nunca se cumple.