Cada 8 de marzo leo y
escucho muy variadas felicitaciones a la mujer. Muchas de ellas emitidas por
hombres y seguramente con buenas pretensiones feministas.
He podido observar que
dichas felicitaciones, en principio a favor de la mujer, son al fin y al cabo
estereotipaciones o, atendiendo a las frases más innovadoras, propuestas de
estereotipación.
Los escritos religiosos
evidentemente estereotipan a la mujer, muchas veces menospreciándola, pero de
la misma forma lo pueden hacer los discursos de los
antirreligiosos.
La mujer es “la armonía de la familia”, ha dicho el Papa, vale, pero también puedo no serlo, incluso puede ser todo lo contrario, y no por eso debe ser una mujer juzgada con el dedo de los “armoniosos” como una mujer que no es mujer o que no está cumpliendo con lo que debe ser. “La hizo Dios para ser madre”, bien, pero si no es madre sigue siendo mujer y todos deberíamos estar convencidos de ello, es simple ¿o no? “La mujer es el motor del mundo”, y si no lo es, ¿cuál es el problema? “La mujer es el ser que decide la felicidad o la tristeza del hombre”, ante esta frase, o ante otras que la ponen en el centro del hogar, como la administradora, la educadora, el sostén, la paz, etc., se debe aceptar irreductiblemente la idea de lo contrario, sin que por ello haya el más mínimo dejo de problema o menosprecio para las mujeres que no son el centro del hogar, que no lo administran, que no son las educadoras, que no son el sostén de la paz, etc.
La mujer es “la armonía de la familia”, ha dicho el Papa, vale, pero también puedo no serlo, incluso puede ser todo lo contrario, y no por eso debe ser una mujer juzgada con el dedo de los “armoniosos” como una mujer que no es mujer o que no está cumpliendo con lo que debe ser. “La hizo Dios para ser madre”, bien, pero si no es madre sigue siendo mujer y todos deberíamos estar convencidos de ello, es simple ¿o no? “La mujer es el motor del mundo”, y si no lo es, ¿cuál es el problema? “La mujer es el ser que decide la felicidad o la tristeza del hombre”, ante esta frase, o ante otras que la ponen en el centro del hogar, como la administradora, la educadora, el sostén, la paz, etc., se debe aceptar irreductiblemente la idea de lo contrario, sin que por ello haya el más mínimo dejo de problema o menosprecio para las mujeres que no son el centro del hogar, que no lo administran, que no son las educadoras, que no son el sostén de la paz, etc.
Las mujeres son personas en desventaja social, son
personas maltratadas, ultrajadas, asesinadas y esta desigualdad es un problema
de todos, que hemos de superar haciendo leyes justas.
La idea de que la mujer es o deber ser un cúmulo de
virtudes es una trampa que debemos superar cuanto antes para poder
avanzar. La mujer merece la igualdad social, que se legisle a su favor y su
absoluta protección aunque no cumpla, ni siquiera lejanamente, los requisitos
que le imponen las alabanzas que se le dan cada 8 de marzo.
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